La historia de las ranas y el Titánic

La historia de la rana y el Titanic
Pedro Meyer © 2002

por Pedro Meyer


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Con frecuencia me han sorprendido cuántas cosas cambian a nuestro alrededor día a día sin que nos demos cuenta.

Hay un famoso experimento en el que si se coloca a una rana en una olla con agua sobre una estufa y se calienta el agua lentamente hasta que hierva, la rana morirá en el agua hirviendo sin jamás haber saltado fuera de la olla. Sin embargo, si se coloca a la rana en esa misma olla con el agua ya muy caliente, la rana saltará inmediatamente fuera, salvándose de morir hervida.

Se estarán preguntando qué tiene esto que ver con la fotografía digital. Déjenme explicarles. La gran mayoría de las personas no se da cabalmente cuenta de que los cambios tecnológicos que día con día están teniendo lugar a nuestro alrededor se parecen un poco al agua hirviente. No estoy sugiriendo que moriremos a causa de todos estos cambios, pero éstos ciertamente pueden introducir modificaciones sustanciales en nuestro forma de ganarnos la vida, que dificultarán nuestro camino a menos que prestemos atención, tomemos nota de lo que está ocurriendo y hagamos planes acordes a las circunstancias.

Para empezar, tenemos que estar conscientes de que la fotografía digital es sólo una parte muy, pero muy pequeña de la revolución tecnológica global que está teniendo lugar en el mundo. La importancia de esta idea radica en cómo concebimos la profundidad de las transformaciones tecnológicas que nos rodean. Hay fotógrafos que sostienen la mal fundamentada noción de que los cambios que están ocurriendo en la fotografía son una opción más que podemos decidir si ignormaos o no, del mismo modo en que nos decidimos entre varios tipos de película, papel o cámara, por ejemplo.

Desde luego, siempre podemos ignorar lo que sea; en efecto, algunas personas han hecho justamente eso: en medio de una guerra, deciden ignorar la realidad que los rodea, generalmente con consecuencias muy nefastas. Algunos miembros de mi familia murieron en campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial por ser incapaces de creer que lo que estaba ocurriendo se relacionaba íntimamente con su vida personal y haber actuado en consecuencia.

Repasemos, entonces, algunas ideas que pueden arrojar algo de luz sobre esta historia. La tecnología digital ya es predominante en el mundo de las telecomunicaciones, y muy pronto será parte del modo en que se transmite la televisión y se difunde el cine; el video y la fotografía se han vuelto digitales, sin mencionar todos los aparatos que se usan en los automóviles, las cocinas, los juguetes, etc; la tecnología digital afecta cómo hacemos nuestras compras, cómo nos divertimos, cómo aprendemos y educamos a los demás y a nosotros mismos, cómo conducimos nuestros negocios, nos relacionamos con el deporte, practicamos la medicina y, por último pero no sin importancia, la guerra se realiza hoy, con un abundante uso de tecnologías digitales. Si todas estas cosas están ocurriendo, entonces creo que se puede afirmar como una apuesta bastante segura, que la tecnología digital–tal y como se aplica a la fotografía– es de hecho una parte muy pequeña de las transformaciones tecnológicas que afectan a todas nuestras sociedades.

Pensar que de algún modo la fotografía pueda permanecer aislada sin que le afecten todas estas transformaciones, es poco menos que ilusorio.

Obviamente, se puede descartar toda la evidencia disponible y sugerir que el cambio no ocurrirá de manera tan dramática como he sugerido. El problema con este enfoque es que no reconoce la velocidad del cambio (¿recuerdan la rana?). Tengo que admitir que es muy difícil saber qué tan rápido van a cambiar las cosas (qué tan rápido se van a calentar); pero habrán de cambiar, en este punto me parece que la certeza es absoluta. Si tarde o temprano las cosas van a cambiar, me inclino personalmente a tomar al toro por los cuernos tan pronto como sea posible y no dejarlo para después. Las ventajas son obvias. Aquellos que cambien primero tendrán importantes ventajas competitivas sobre los que se incorporen en una etapa posterior.

Siempre es difícil adaptarse a los cambios, por lo que, si algo es ya de por sí complicado, ¿por qué no hacerse la vida más fácil incorporando los cambios necesarios a tiempo, en vez de esperar a que las condiciones externas nos los impongan?

He visto casos de fotógrafos que rehusaron implementar soluciones digitales en su producción, y que perdieron una porción considerable de trabajos frente a otros fotógrafos que podían producir trabajos igualmente atractivos a menor precio.

Una tras otra, he visto quebrar a empresas dedicadas a algún aspecto de la imagen impresa sólo porque la avalancha de cambios tecnológicos era tan grande que no pudieron enfrentarla a tiempo.

Para los que apenas están empezando sus vidas y se preguntan dónde aprender sobre fotografía, mi consejo es escoger aquellos lugares que ofrezcan la información más avanzada sobre lo que está ocurriendo. Aprender hoy en día solo las técnicas del cuarto oscuro sería como capacitarse en el uso de las máquinas de vapor. ¿Interesante? Probablemente. Sin embargo, probablemente no lo mejor para ganarse la vida.

En una reciente discusión con un amigo que dirige una institución de enseñanza, él me decía que el número de estudiantes que actualmente quieren ingresar a talleres y aprender el uso de las tecnologías tradicionales (tanto en cinematografía como en fotografía) era considerablemente mayor al número de personas que pedían sus equivalentes digitales. Esta información no me sorprendió. Después de todo, el péndulo apenas se está moviendo en dirección de las tecnologías digitales. Pero piénsenlo un poco, si se requieren —supongamos— cuatro años para aprender todo lo necesario, ¿no sería más sensato aprender lo que se estará utilizando dentro de cuatro años?

Después de un periodo de cuatro años de aprendizaje, sería deseable haber adquirido las habilidades que se requieren para ese momento y no tener que comenzar de nuevo porque lo aprendido ya no se puede aplicar en el campo laboral. Por ejemplo, si aprendiste cómo realizar magnifícas impresiones en el cuarto oscuro, sólo para enterarte que el periódico local que te puede dar empleo en ese momento solo utiliza tecnologías digitales y no está interesado en tus habilidades en el laboratorio (ya ni siquiera tiene un cuarto oscuro). O vas al archivo del museo local y descubres que ahora están trabajando únicamente con soluciones digitales. Te presentas en una empresa para buscar empleo como fotógrafo en su departamento de publicaciones y descubres que ahora trabajan todo digitalmente; abres un estudio para tomar fotografías escolares y encuentras que tus competidores trabajan con formatos digitales, vendiendo más barato por un margen considerable. Podríamos continuar en cualquier dirección imaginable y la historia siempre sería más o menos igual.

Algunos de los peores infractores en este periodo de transición son las personas que deberían estar encabezando la curva de aprendizaje, los maestros. Hay demasiados maestros que están reteniendo a los demás por miedo a que su propia ignorancia quede al descubierto. Defienden al 'antiguo régimen' sólo para conservar sus privilegios y esconder su ignorancia. Muchas veces sus superiores apoyan estas actitudes por falta de conocimientos propios. Todo esto simplemente tendrá que resolverse por medio de una evolución darwiniana de las especies, a través de la supervivencia del más apto. Las estadísticas nos muestran que en los Estados Unidos, 48 millones de jóvenes entre los 5 y los 17 años de edad usan computadoras, es decir: el 90% de la población de esa edad. Podemos apreciar que en un par de generaciones el cambio será total, a pesar de los maestros que están deteniendo a los demás.

De hecho, muchos niños están aprendiendo unos de otros, en vez de esperar a que los adultos encuentren las soluciones. Los videojuegos son un ejemplo, algunos de ellos son bastante complicados de entender y manejar, sin embargo, los niños de seis o siete años ya han sido capaces de compartir conocimientos entre ellos, creando una red de información en la cual los adultos deberían reparar. Aún no he visto entre mis colegas fotógrafos, una red equivalente a la de mi hijo de siete años y sus amigos, ni siquiera el deseo de participar en tales estructuras. Los jovencitos comparten información espontáneamente a través de su red de un modo completamente ajeno al de los adultos, quienes podrían beneficiarse enormemente de dicho enfoque.

Tal parece que el Titánic no tenía por qué chocar contra un témpano de hielo la noche en que se hundió. Se habría podido evitar la catástrofe tan sólo con poner atención a los elementos presentes y haber actuado en conformidad. El capitán Smith ignoró siete avisos de témpanos de hielo de su tripulación y de otros barcos. Si hubiera dado la orden de que se disminuyera la velocidad, quizás el hundimiento del Titánic no hubiera ocurrido. La arrogancia (la creencia de que el barco no podía hundirse) parece haber jugado también una parte importante en los cálculos erroneos cometidos aquella noche.

Deberíamos ser capaces de tomar la pauta de las ranas y debería ser posible comprender que el hundimiento del Titánic tampoco tenía por qué haber ocurrido. De igual manera, los fotógrafos deberíamos enfrentarnos oportunamente a la curva de aprendizaje para obtener el conocimiento necesario para ser competentes en la era digital, lo cual no es una solución fácil ni rápida. Lo he dicho en muchos foros; la parte más difícil es encontrar el tiempo para aprender y practicar. Como cualquier surfista puede confirmar, es mejor tomar la cresta de la ola a que la ola le caiga encima, por lo tanto, debemos tomar precauciones y mirar a nuestro alrededor para entender lo que hay que hacer, así como la formación de redes.

Discutamos el asunto en este espíritu. La ventaja de internet es que es una calle de doble sentido y ustedes pueden expresar sus opiniones en nuestros foros. Denos ejemplos de por qué están de acuerdo o no en referencia a sus propias experiencias y cuáles son sus planes para enfrentarse a los cambios que estamos experimentando. (Comparta sus comentarios sobre este tema en los foros de ZoneZero.)

Pedro Meyer
Ciudad de México
12 de abril de 2002