por John
Perivolaris
Estamos
presenciando un dramático aumento en la colocación
de cámaras de vigilancia en las calles de las ciudades
estadounidenses y europeas, las cuales vigilan cada movimiento
de los ciudadanos en los cada vez más privatizados
espacios públicos. Por ejemplo, la imagen del londinense
promedio es capturada unas 300 veces al día. Y aunque
los ciudadanos son constantemente observados, se restringe
cada vez más el poder tomar fotografías en
esos mismos espacios. En Londres, la ciudad capital que
quizá tenga la mayor concentración de cámaras
de televisión de circuito cerrado en el mundo, es
muy difícil que uno no sea abordado por guardias
de seguridad, policía o agentes policíacos
encubiertos si uno trata (como yo hago a menudo), de fotografiar
cualquier edificio, en especial los edificios corporativos
en la City o en Canary Wharf. Esto también
se aplica a las áreas residenciales en donde viven
los ricos extranjeros, representados principalmente por
los oligarcas rusos de Kensington, Holland Park, Knightsbridge,
Mayfair, Belgravia y Chelsea. A menudo justificadas como
anti-terroristas, la intensa vigilancia y medidas que la
acompañan,
frecuentemente solo sirven a los intereses de la seguridad
corporativa o de la clase pudiente, permitiendo que el
capital se apropie de la zonas del dominio público.
CCTV
Cameras, Borough High Street, Londres SE1 2007
© John
Perivolaris |
CCTV,
Smithfield,
Londres, Inglaterra 2007
© John
Perivolaris |
CCTV,
Whitehall,
Londres 2007
© John
Perivolaris |
Los
fotógrafos londinenses no están solos.
El periodista y fotógrafo Bill Adler nos informó que
se ha prohibido estrictamente tomar fotografías
en el centro de la ciudad de Silver Spring en Maryland,
Estados Unidos. Y esto ocurre sin que la policía
o las corporaciones de seguridad privada tengan un sustento
legal para hacerlo.
La
fotografía es un blanco fácil dentro del
actual clima de histeria alimentado no solo por el temor
al terrorismo, sino también por lo que el periodista
Mike Hume ha denominado “el ambiente de miedo a la
pedofilia que domina nuestra cultura”.
Hemos
tenido una respuesta enérgica de los fotógrafos
y activistas. Anticipándose a los hechos, el fotógrafo
británico Simon Taylor realizó una petición
en el sitio web del primer ministro, recabando 68,300 firmas
entre el 14 de febrero y el 13 de julio del 2007,
mediante la cual se solicitaba al primer ministro Tony
Blair, resistirse a la tentación de otorgar estatus
jurídico a las restricciones que de facto se han
impuesto a la toma de fotografías en los espacios
públicos. La petición reclamaba “el
derecho fundamental que tienen los británicos de
usar una cámara en un lugar público”.
Al
mismo tiempo, el New York Times ha informado
del descontento del público respecto al hecho de
que los ciudadanos comunes rápidamente se convierten
en sospechosos. Esta es una preocupación que va
mucho más
allá de la comunidad fotográfica. Por ejemplo
el gobierno británico actualmente se encuentra decidido
a aprobar una legislación que obligaría los
ciudadanos a portar cartillas de identidad. En ella se
encontraría toda la información personal
del portador, tendría que ser llevada en todo momento
y ser presentada ante las autoridades cuando éstas
la solicitasen, sin necesidad de motivación o justificación
legal alguna. Esto significaría una derrota principio
democrático de la responsabilidad de las actuaciones
de la autoridad ante los ciudadanos, mientras que la vigilancia
alimenta el miedo y la paranoia, especialmente en los Estados
Unidos y el Reino Unido, quienes buscan la aprobación
de los ciudadanos para restringir cada vez más sus
derechos civiles.
¿Cómo
es que los fotógrafos, artistas, activistas y
sus conciudadanos deben responder ante la plétora
de restricciones antidemocráticas
a las que se ven sometidos en nombre de la seguridad?, ¿El
derecho a observar es ahora exclusivo del estado? ¿El
poder ver y ser visto se ha convertido también en
parte de la lucha por una ciudadanía democrática?, ¿Quién
es el que ahora tiene el derecho de registrar las experiencias
individuales y colectivas en los espacios públicos?
Elevator
CCTV, Bentinck Court Apartments, Sneinton,
Nottingham,
Inglaterra 2008
© John
Perivolaris |
Una
deconstrucción ingeniosamente subversiva del
Estado Vigilante ha sido llevada a cabo por el artista
Hasan Elahi, quien fue detenido por error en el aeropuerto
de Detroit en el 2002, al ser confundido con un terrorista.
Interrogado a fondo por agentes de FBI, Elahi no solo demostró su
inocencia utilizando registros en Internet evidenciando
sus movimientos, sino que decidió hacer un blog
de toda su vida abierto al público. Elahi sigue
probando su inocencia con cada una de las aproximadamente
cien fotos que coloca en su sitio web cada día,
evitando así su repentina desaparición y
detención en la base de Guantánamo. Elahi
esta efectivamente saturando los sistemas de vigilancia
a los que se encuentra sometido al informar constantemente
sobre su localización mediante un aparato con capacidad
GPS colocado en su tobillo y fotografiando y proporcionando
datos en texto de hasta los más mínimos detalles
de su vida durante las 24 horas del día. La información
resultante, en sus propias palabras, “satura el
mercado” y devalúa las acciones de inteligencia
de las autoridades a través de un exhaustivo proceso
de auto-vigilancia.
`CCTV
en operación las 24 horas',
Supermercado Morrisons,
Nottingham,
Inglaterra 2007
© John Perivolaris |
La
respuesta de Elahi puede ser asociada a la idea de “Sociedad
Transparente” propuesta por el autor David Brin
en su libro así titulado de 1998. Al ver la pérdida
de la privacidad como un resultado inevitable de la era
digital, Brin cree que la única manera de evitar
el aumento indiscriminado de la vigilancia del estado es
aceptar tal vigilancia y ponerla a disposición de
cualquier persona. De esta manera, según Brin, se
puede asegurar que exista una responsabilidad en el manejo
de la vigilancia.
Lo
subversivo en la transparencia que Elahi ha adoptado
para su propia vida, de alguna manera coasocia con el
concepto de “sub-supervisión” (lo
opuesto a supervisión. “Sousveillance” en
el original) el cual cuenta con varios exponentes notables. Éste
término se refiere a acciones que implican un proceso
en donde la supervisión se coloca bajo un escrutinio
inverso. Esto se logra reflejando irónicamente sus
tecnologías y estrategias desde el punto de vista
del ciudadano vigilado. El objetivo de la “sub-supervisión” es
hacer visibles las relaciones de poder contemporáneas
al invertirlas temporalmente. La presencia comunitaria
en Internet y el acceso democrático de las intervenciones
de “sub-supervisión” quizá puedan
contrarrestar la corrosión producida por la supervisión
autoritaria del estado que mina el sentido comunitario
mediante un clima de sospecha. La “sub-supervisión” reconstruiría
la autoridad secreta y centralizada de la vigilancia como
una estructura de poder distribuida que busca un estado
de igualdad en lo referente a las cuestiones de supervisión,
mediante su transparencia e igualdad inherentes. Esta idea
implica una democracia en donde el ciudadano y el estado
tienen igual acceso a los medios de observación
de y dentro del espacio público ¿cómo
puede esto hacerse en nuestro beneficio?
Una
coalición internacional de activistas de las
artes, ciencias y tecnología, que incluye a Sousveillance.org
ha declarado al 24 de diciembre
como el “Día de la sub-supervisión”.
Desde el 2001 han utilizado sus cámaras para “vigilar” a
las cámaras de vigilancia de los espacios públicos
durante el día de compras más concurrido
del año, cuando hay mayor número de gente
bajo vigilancia. Inevitablemente, también registran
sus encuentros con los guardias de seguridad que intentan
detenerlos.
La
inspiración para éstas intervenciones
proviene de Steve Mann una de las figuras más prominentes
de la “sub-supervisión”.
Mann acuñó el término y es un pionero
de las tecnologías del cyberlogging o glogging utilizadas
por Elahi mediante las cuales la colocación de datos
en internet, ya sean visuales o de otro tipo, se realiza
de manera automática sin que se requiera de la intervención
conciente del usuario (Cyborglogs "glogs").
En
la actual investigación de Mann en la Universidad
de Toronto se utilizan una cámara y equipo de transmisión
web portátil y software que funciona durante las
24 horas del día. Mann
ha experimentado transmitiendo su propia vida por Internet
usando un casco en el que hay una cámara y se ha
enfocado en los ambientes vigilados y en aquellas personas
encargadas de los mismos, tales como los guardias de seguridad
y hasta los empleados de las tiendas, quienes se oponen
a que él utilice su cámara en ellos. Tal
como ha dicho el profesor Ronald Deibert, (de la misma
universidad), el resultado de tal inversión es que “pierden
su poder de vigilancia anónima, y esto los hace
sentirse vulnerables (Record the Lens That
Records You).
La sugerencia hecha para el día de sub-supervisión
en el 2002 por Mann (informada por la revista Wired.com)
manifiesta sus ideas subversivas:
Pegar
un rectángulo negro de acrílico en el frente
de una sudadera, en el que se lea claramente “para
su protección,
un registro en video de usted y de su establecimiento podrá ser
transmitida y grabada en locaciones remotas. TODOS LOS
ACTOS CRIMINALES SERÁN CONSIGNADOS
ANTE LAS AUTORIDADES”. Mann compara este aparato
con el famoso “gato
de Schödinger”, tal vez sea una cámara,
tal vez no, pero su sola existencia cambia el comportamiento
de la gente que está en
su cercanía.
De
manera similar, Mann y otros activistas han continuado sus
experimentos con cámaras de vigilancia falsas hechas
a semejanza de las utilizadas en casinos y tiendas departamentales.
En
su artículo `Cyberglogging
with camera phones: steps towards equiveillance’ (Cyberlogging
con cámaras en teléfonos móviles:
Hacia la sub-vigilancia),
Mann y sus colegas señalan que, aunque resulta tentador
ver la relación entre supervisión y “sub-supervisión” como
binaria, como un “nosotros contra ellos”, lo
que ellos buscan es una situación de equilibrio.
Paralelamente a las ideas de Brin, concluyen que “una
de las virtudes de una vigilancia equilibrada es un aumento
en la transparencia de las poderosas entidades encargadas
de la vigilancia.
En
este espíritu es que les pregunto, queridos ciudadanos
y fotógrafos, ¿Qué tan seguros se
sienten al estar vigilados? Su respuesta puede ser un pequeño
paso hacia la recuperación del espacio público
a través del debate. El diálogo resultante
es necesario para asegurar las libertades democráticas
y contrarrestar la imposición de una política
gubernamental basada en la explotación disimulada
del temor de la población.
John
Perivolaris
john.perivolaris@ntlworld.com
Abril, 2008
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John
Perivolaris es un documentalista independiente
y fotógrafo. Actualmente trabaja
en el proyecto Left Luggage (Equipaje
Olvidado) en el que explora la identidad
de los emigrantes. Entre 2005 y 2007 fue
presidente del consejo de LOOK 07 y
organizó, junto con Julian Tait,
el Simposio de la Imagen Democrática.
Perivolaris es el administrador del grupo
Surveillance Mirror (Espejo de
vigilancia) en “Flickr” al
cual invitamos a los lectores a participar. |