A nadie se le escapa que su elegancia es pura fachada... pero, aún
así, cumplen una función social importante para sus conciudadanos.

3. Es un mito que perdura hasta hoy aunque sus valores más manifiestos
ya no tengan vigencia. Los sapeurs de hoy siguen vistiéndose como los
dandies de los años 30. Su sueño continúa siendo viajar a Paris para
pasearse por los lugares más emblemáticos, donde se supone que todavía se respira en la atmósfera la elegancia más exquisita.

Sin embargo, ese Paris soñado ya no existe (si es que alguna vez existió). Estamos en el XXI y el valor de la elegancia o de las buenas maneras no tiene la vigencia de antaño. Sin embargo, los jóvenes sapeurs congoleses siguen viajando a Paris... y regresando al Congo como unos “grandes sapeurs”, como unos triunfadores. Aunque antes bastaba con unos trajes para mostrar su éxito mientras que ahora la presión social es mucho mayor. Sus familias esperan que lleguen con dinero para invertir en una parcela, un taxi o un bus. Este hecho provoca que algunos de ellos quedan atrapados en Paris durante años intentando ahorrar para regresar triunfalmente. En realidad es el mismo factor, un cierto orgullo o dignidad, según como se mire, que ocurre y ha ocurrido con los inmigrantes de todo el mundo, incluidos los nuestros. Todos queremos mostrar que tuvimos éxito.

Finalmente, el muy peculiar Sape congoleño es motivo de una reflexión obligatoria: Hoy en día, más que nunca antes, es necesario que los países occidentales (o del Norte), como cultura dominante, redefinan su papel en el mundo y reconozcan las consecuencias de su modelo del desarrollo para el resto de la humanidad. Este modelo, basado en un crecimiento insostenible mantenido por los patrones de consumo excesivo, es lo que el resto del mundo aspira obtener. En la superficie, este modelo parece ser un paraíso. Los medios y los inmigrantes que vuelven a sus países, mantienen vivo el mito de la Tierra Prometida.