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La Vida Entre Causas Sociales del Fotoperiodismo
por Ulises Castellanos

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13 de Septiembre del 2009


Christian Poveda, fotógrafo nacido en Argelia dedicó su trabajo a retratar los conflictos en casi toda Iberoamérica. En los ochenta su lente se centró en el devenir de El Salvador, país que amó y que le arrebató el alma.
Christan Poveda en el último taller que impartió. San Luis Potosí, México.
 

La comunidad internacional ha sido conmovida por el reciente asesinato del fotodocumentalista franco-español Christian Poveda. ¿Quiénes lo mataron y por qué? Al parecer se trata de al menos cuatro de los protagonistas de su último documental, La vida loca, historias de los Maras y pandillas de El Salvador. Habrá que esperar el curso de las investigaciones, mientras su cuerpo es repatriado a España.

Pero, ¿quién era Poveda? Aquí trataremos de hacer un retrato hablado de este singular periodista. Siempre resulta difícil ser objetivo cuando un colega muere, y en particular cuando es asesinado en uno de los mejores momentos de su vida, cuando estaba a punto de estrenar en París y en México su más reciente trabajo.

Christian Poveda estuvo en México justo 72 horas antes de ser asesinado por desconocidos en una tierra que tanto amaba, El Salvador. Había venido a México hace unos días para impartir un taller de una semana en el marco del tercer encuentro de fotografía, organizado por Mauricio Palos y realizado en San Luis Potosí. Ése fue su primer y último curso impartido a un grupo de profesionales, entre los que se encontraba un miembro de la plantilla de Excélsior, Abdel Meza, entusiasta fotorreportero que compartió con él sus últimos días.

Abdel me cuenta que, en aquel taller, Christian insistía en transmitir la idea de cómo debíamos involucrarnos con nuestro trabajo, y ser siempre honestos con los personajes que serían objeto de nuestras obsesiones. Y él lo practicaba a fondo. Presentó su documental íntegro a los tallerist.

Christian llegó a El Salvador con las cámaras y lentes Nikon que le había comprado a Sebastián Salgado (una edición especial para aquél fotógrafo brasileño), según me contó hace años él mismo en Perpignan, en el festival de fotoperiodismo. Poveda pasó más de tres años en El Salvador y cerca de dos trabajando con los Maras y la 18, bandas rivales que se mataban a diario. Él se propuso documentar su lado humano y la vida cotidiana, incluyendo cumpleaños, amoríos, visitas médicas y arrestos. A lo largo de su convivencia varios murieron y documentó incluso sus funerales y el dolor de la comunidad cada vez que perdían a un miembro.

Christan Poveda en el último taller que impartió. San Luis Potosí, México.

Esa dedicación lo llevó, según contaba, a convertirse casi en una figura paternal de las pandillas; chicos en su mayoría huérfanos o abandonados por sus padres, encontraron en él un personaje generoso y de cierta autoridad. Christian los visitaba a diario, incluso, a veces, sin la intención de grabar, sólo pasaba a verlos para saber cómo estaban y así logró una intimidad única. Acá en San Luis, contaba que el Bambam, uno de los Maras, le habló por teléfono para pedirle unos tenis a su regreso a San Salvador.

Poveda fue uno de los fundadores y curador de ES Photo, un programa de exposiciones colectivas de fotografía salvadoreña anuales, cuya quinta edición estaba prevista para iniciar este fin de semana.

Los padres de Christian Poveda eran republicanos y fueron exiliados de la Guerra Civil Española.

Él nació en Argelia durante la ocupación francesa, para refugiarse en París seis años más tarde, tras el final de la ocupación. Saltó a la fama con un reportaje sobre el Frente Polisario, en el Sahara Occidental. También trabajó la invasión de Granada por Estados Unidos y hechos históricos en Argentina, Chile o El Salvador durante la guerra civil hace más de 20 años.

Comenzó su trayectoria como cineasta en 1977, tratando conflictos así como costumbres y hechos felices en países africanos y en casi toda Iberoamérica. Durante los ochenta, Poveda formó parte de los contingentes de corresponsales de guerra que cubrieron las noticias y documentaron los combates entre las fuerzas del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y el ejército salvadoreño (FAES).

Después de la firma de los Acuerdos de Paz en México el 16 de enero de 1992, Poveda se interesó en los complejos problemas de la posguerra y decidió investigar el fenómeno concerniente a los violentos grupos de antisociales autodenominados “las maras”. Sus últimos tres años de vida los pasó en El Salvador filmando un documental, La Vida Loca. Durante 18 meses documentó la cotidianeidad de las bandas criminales de pandilleros, en especial sobre los integrantes de la banda La Mara 18.

El documental es un registro fiel y comprometido sobre el fenómeno de las pandillas, fue presentando en el Festival de Cine de San Sebastián, en septiembre de 2008, y en encuentros como el de Morelia, La Habana, San Luis Potosí y Helsinki.

El 2 de septiembre de 2009 murió a tiros en la localidad salvadoreña de Tonacatepeque, a unos 16 kilómetros al norte de la capital, donde había estado trabajando en su filme.

Aquí vale la pena señalar que, cuando logró la edición final y los respectivos patrocinios, entre los que se destaca el apoyo del Canal 22, en México, decidió hacer la premier en una universidad salvadoreña a la que acudieron al menos una docena de pandilleros que aparecían en el documental. Cuentan que al acabar la proyección los integrantes de la mara se marcharon en silencio y con la rabia documentada de sus propias vidas. A los pocos días, a raíz de lo que habían visto en esa pantalla, arremetieron contra sus enemigos de siempre. Se desató otra pequeña guerra mientras Poveda estaba en México.

El Salvador tiene 5.5 millones de habitantes. Es una nación con más de diez muertos al día por disputas entre pandillas, que dejan un saldo de cerca de 300 difuntos al mes; no debe sorprendernos el arraigo de esa cultura violenta que lo resuelve con la muerte del otro.


Christan Poveda con fotográfos participantes en el último taller que impartió. San Luis Potosí, México.

Una línea de investigación tiene que ver con que, según declaraciones de Édgar Romero, fotoperiodista y coorganizador junto a Poveda del IV Festival de Fotografía ES Photo, que La Vida Loca sólo tardó tres días en llegar a los puestos de DVD pirata, y se vendía a un dólar por copia, pero la pandilla que protagonizó la película añadió un impuesto de tres dólares, e hicieron correr el rumor de que Poveda se estaba beneficiando económicamente. Entonces, a su regreso de México, fue a verles para negarlo y a defender también lo suyo, porque era muy cuidadoso con los derechos de autor, indica el periodista.

En esto coincide una publicación del periódico español El País, que, citando fuentes salvadoreñas, deja entrever que el documentalista había tenido diferencias e incluso enfrentado amenazas de pandilleros, debido a la distribución –ilegal– del material audiovisual en las calles capitalinas. Según el rotativo, Poveda intentó arreglar tales diferencias.

Nunca sabremos los motivos de nadie para arrancarle la vida a Poveda con cuatro balazos, tres de ellos en el rostro.

En la colonia La Campanera, en Soyapango, La vida loca, filmada con cámara al hombro, recoge la vida diaria de miembros de una de las principales agrupaciones pandilleras de El Salvador, La Mara 18, que se caracteriza por tener su propio lenguaje, tatuajes, códigos y elevados niveles de agresividad, violencia y criminalidad.

Esta agrupación y la Mara Salvatrucha, iguales una y otra en crueldad, impulsadas por la negación de todo y la muerte, viven una guerra sin piedad. Algunos de estos jóvenes fueron asesinados en el transcurso de la grabación, como muestra el documental.

En América Central les llaman maras y son una copia del modelo de las pandillas de Los Ángeles, creadas por los salvadoreños que emigraron durante la guerra civil, a principios de los años ochenta. Allí surgieron la Mara Salvatrucha y la Mara 18, las dos principales agrupaciones de vándalos que se enfrentan hoy día y entre las que no existe diferencia ideológica o religiosa que pueda explicar esta lucha a muerte, enfrenta a pobres contra pobres.

Así describe Edu Ponces, periodista salvadoreño, la realidad de su país: "El Salvador es el ejemplo para el mundo de todo lo que no hay que hacer en el tema de la violencia".

Hace un par de años, Christian Poveda denunció el plagio que, según él, Isabel Muñoz (fotógrafa española) había cometido en su contra, por copiarle el tema, el estilo y el enfoque con el que había comenzado su trabajo en El Salvador. Hasta la fecha, esa disputa se mantenía en el ambiente sin que se resolviera en ningún sentido.

Al cierre de esta edición cinco personas habían sido acusadas, en El Salvador, en el curso de la investigación por el asesinato del fotoperiodista y realizador franco-español Christian Poveda, según medios locales, los sospechosos son un policía, Juan Napoleón Espinoza, y cuatro supuestos miembros de La Mara 18, José Alejandro Melara, El Puma; Luis Romero Vázquez, El Tiger; Calixto Rigoberto Escobar, El Toro, y Nelson Lazo Rivera, El Molleja, el grupo de pandilleros retratado por Poveda en su documental La vida loca.

Vaya pues un sentido pésame a su familia y a la comunidad de fotoperiodistas profesionales que hoy se duelen con su muerte.

Ulises Castellanos


Links de interés en Zone Zero:

La Vida Loca (Homenaje Póstumo)

In Memoriam


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