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La defensa de Di Corcia citó precedentes de casos similares. En el caso Hoepter vs. Kruger (2002), una mujer que fue fotografiada por el fotógrafo alemán Thomas Hopker, demandó a Barbara Kruger por usar la imagen en una pieza llamada ”Es un mundo pequeño… a menos que tengas que limpiarlo”. Un juez federal falló a favor de la Sra. Kruger considerando que la imagen de la mujer no se uso para  su explotación comercial, sino como parte de una obra de arte.

También se citó una sentencia de 1982 en la que el tribunal de Apelaciones de Nueva York falló a favor del New York Times, que fue demandado por Clarence Arrington, que fue fotografiado sin saberlo cuando caminaba por el área de Wall Street, y cuya imagen apareció en la portada del New York Times Magazine en 1978 para ilustrar un artículo sobre la clase media negra. El Sr. Arrington alegó que la foto se tomó sin su consentimiento para ilustrar un artículo con el cual no estaba de acuerdo. El Tribunal de Apelaciones de Nueva York consideró que el derecho a la Libertad de Expresión era superior al derecho de Arrington a la privacidad.

En una declaración ante el tribunal en favor de Di Corcia, Peter Galasi, curador en jefe del Museo de Arte Moderno, dijo que la exposición “Heads” se ajustaba a la tradición de la fotografía de la calle, definida por artistas que iban desde Alfred Stieglitz y Henri Cartier-Bresson hasta Robert Frank y Gary Winogrand. “Si la ley prohibiera a los artistas exhibir y vender fotografías tomadas en lugares públicos sin el consentimiento de todos los que pudieran aparecer en ellas, entonces la expresión artística en el campo de la fotografía sufriría grandemente. Si tal prohibición fuera aplicada retroactivamente, despojaría al público de una de las tradiciones más valiosas de nuestra herencia cultural”.

Philip-Lorca di Corcia

© Philip-Lorca di Corcia

 

Neale M. Albert, abogado del bufete Paul, Weiss, Rifkind, Wharton & Garrison, que representó a Pace/Mac Gill, se dijo sorprendido por el caso. “Siempre he creído que los denominados fotógrafos de la calle no necesitan de permisos para sus propósitos artísticos. Durante los más de 30 años que he representado a fotógrafos, esta es la primera vez que una persona ha presentado una demanda contra uno de mis clientes por motivo de una fotografía como esta.”

La juez de la Suprema Corte del Estado, Judith J.Gische desechó la demanda de Nussenzweig considerando que la violación a su privacidad era el precio que una persona debe estar preparada a pagar en una sociedad en la que existe el libre flujo de información y opinión. También fundamentó su decisión en el hecho de que la citada foto era en verdad una obra artística, y que el demandado, el Sr. Di Corcia, demostró su reputación como artista fotográfico dentro de la comunidad artística internacional.

Sin embargo sugirió que otros casos podrían se menos claros. “Aunque reconozcamos que las leyes de protección a la privacidad del estado de Nueva York no se apliquen a las obras de arte, queda pendiente la cuestión de definir cuando es que nos encontramos ante una obra de arte”. En cuanto a los alegatos sobre cuestiones religiosas dijo que: ”Es claro que el demandante considera como profundamente ofensivo el uso de su imagen, y aunque no pasamos por alto el disgusto del demandado,  este es un asunto que escapa a la competencia de un tribunal de Derecho Civil.

EL Sr. Di Corcia, quien publicó el libro de fotografías “StorybookLife” en el 2004, dijo que al colocar su cámara en Times Square en 1999, “nunca me cuestioné la legalidad de lo que hacía. Numerosos editores para los que había trabajado me dijeron que era legal. No hay manera de que estas imágenes se hubieran podido realizar con el conocimiento y la cooperación de los sujetos. Este desconocimiento es la razón que caracteriza a este tipo de trabajo”.

Philip-Lorca di Corcia

© Philip-Lorca di Corcia

EL Sr. Nussenzweig ha apelado la decisión. El mes pasado su abogado, Jay Goldberg dijo a la revista The New York Law journal que “su cliente había perdido el control sobre su propia imagen”.

“Esto, para mí, es una terrible invasión” dijo Goldberg “lo último que una persona posee es su propia dignidad”.

Los profesionales de la fotografía están atentos ya que hay mucho en juego. “Si este caso prospera”, dijo Howard Greenberg de la Galería Howard Greenberg en Nueva York, “sería algo terrible, un golpe para todos aquellos que fuimos educados e iluminados por la gran fotografía de la calle del pasado y quizá también del futuro."


Philip Gefter

©The New York Times
19 de marzo del 2006

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