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“LA REVOLUCIÓN DIGITAL”

por Pedro Meyer

- Publicado originalmente en 1993 en Luna Cornea, México, D.F. -

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"Una vez le preguntaron al gran escritor Jorge Luis Borges lo que pensaba de cierta traducción de una de sus obras, y su respuesta fue "El original no hace justicia a la traducción". Hoy, la fotografía es enfrentada de manera muy parecida por las imágenes digitales".

Pedro Meyer

Ese fin de año caía en Jueves, cuando a media noche las manecillas del reloj coincidían, como en señal de oración, para avisar que entraba el nuevo año. En extraña coincidencia, el odómetro del automovil en que viajaba, tambien se ponía a ceros. Había llegado a los 99 999 kilómetros de recorrido y con ello tambien daba comienzo una nueva etapa.  

A medida que envejezco, la llegada de un nuevo año me anuncia que tengo menos tiempo por delante de lo que antes había, y así como con el vehículo en que viajaba, descubro que el paso del tiempo deja las inevitables huellas provenientes del desgaste.  Mis ojos ya no son tan eficientes como lo fueron, ya no enfocan con la misma facilidad, algunos lo llaman vista cansada; después de cargar pesadas mochilas con equipos fotográficos durante toda una vida, las vértebras de mi columna se encuentran algo torcidas y por ende me lastiman con frecuencia; mi barba antes casi negra, poco a poco se torna blanca. Observo estos cambios como hechos que no me queda más que reconocer, quejarme de que ocurran parece no aliviar en nada algo que a todas luces resulta inevitable.

Algo más que he aprendido: a no quejarme de la extraordinaria velocidad con que mi vida se ve alterada por toda suerte de nuevas tecnologías. Hacerlo, igualmente en nada reduciría su ritmo acelerado. He preferido antes que verme atropellado, salirles al encuentro para más o menos ir librándola.

Así las cosas, tenemos que la Revolución Digital  ya la tenemos encima, y ésta sin duda va a tener una influencia sobre nuestras vidas tan grande o posiblemente mayor, de lo que en su momento tuvo el advenimiento del motor de combustión interna, está por demás decirlo que no existe alguien que no haya sido tocado en su vida por la existencia de dicho invento, en consecuencia podemos especular sobre la trascendencia que pueda llegar a tener, la revolución digital.

Para entender mejor su trascendencia y lo que está en juego, hay que saber que la Revolución Digital ya comienza a transformar, nada menos que el modo en que producimos, distribuimos y consumimos:  todo lo que se relaciona a los medios de comunicación, el entretenimiento, educación, viajes, administración, la ciencia, el arte, y la guerra, por solo mencionar algunos ejemplos.

Dentro de esa gigantesca ola de cambios que comienza a desplegarse a nuestro derredor, la fotografía sólo representa una variante mínima.  Si alguien todavía abriga alguna duda de que las nuevas tecnologías vayan a transformar a fondo todos los aspectos de la fotografía, es porque no ha tenido la oportunidad de cerciorarse de lo qué esta ocurriendo con las innovaciones que se vienen anunciando a diario, o sencillamente porque se niega a reconocer tal evidencia.

Así como no es fácil observar en uno mismo las transformaciones que se van sucediendo paulatinamente, también nos cuesta trabajo advertir la gradual obsolescencia tecnológica que venimos sufriendo, situación que se agrava cuando siempre hemos pensado --de manera por demás razonable--  que la experiencia acumulada a lo largo de la vida era un valor positivo e inmutable.

Los sacudimientos socio económicos de origen tecnológico, cada vez más apresurados, que en particular se manifiestan en el mundo industrializado en ésta recta final del siglo veinte, también tocaran a nuestras puertas, tarde o temprano. Como reza el dicho: “Cuando vez la barbas de tu vecino recortar, pon las tuyas a remojar”.  La historia particular de las angustias que sufren las personas, a medida que tránsitan por estos cambios profundos, es algo que por lo general se encuentra sepultado  bajo un alud de estadísticas impersonales, que en los encabezados  de los diarios en su sección de economía, solo nos dicen: “25,000 personas despedidas de sus empleos”.

Poco o nada se sabe de los motivos de fondo que llevaron a tales desplazamientos, ellos o ellas apenas son números, bajas en ese vasto ejercito de la fuerza laboral.  Los que actualmente atraviezan tan brutales sacudimientos, ya no se cuentan en cientos de miles, sino en millones; y por primera vez, el desplazamiento y obsolescencia tecnológica ya no es asunto que solo atañe, como en el pasado, a la clase obrera.  En esta vuelta,  los técnicos, administradores, artistas, artesanos, intelectuales, científicos, etc. se encuentran igualmente afectados. Ya no es como antes, cuando la introducción de un telar automático solo perjudicaba a ciertos obreros textiles o qué decir de los linotipistas que veían evaporar su fuente de trabajo  frente a procesos mucho más económicos y veloces. Ahora también el músico puede ser relegado por instrumentos electrónicos, la secretaria o telefonista desplazada por la computadora, o la tarea de un fotógrafo eliminado por la presencia de un “scanner” en la mesa del diseñador. Asi como la industria militar en norteamerica ha despedido a cientos de miles de trabajadores  al concluir la guerra fría, y éstos trabajadores han sido abandonados a su suerte para ver en qué encontraban una nueva ocupación, los trabajadores que han sido desplazados por las innovaciones tecnológicas tambien han tenido que replantearse su vida y buscar en donde podían encontrar una nueva actividad bien remunerada. La inmensa mayoría está buscando re entrenarse con miras a conseguir un nuevo tipo de empleo, sobre todo en los campos en que la tecnología digital va abriendose camino.  

Para darnos cierta perspectiva sobre la velocidad de los cambios tecnológicos y sus consecuencias, me remito a un ejemplo que por sus dimensiones deja de ser un caso marginal, para convertirse en motivo de profunda reflexión. Me refiero a lo ocurrido a la empresa IBM en estos últimos seis años: en ese breve lapso, la IBM ha tenido que despedir  a cerca de 175,000 trabajadores, entre obreros, administradores y científicos y todavía se piensa que seguirán mayores reajustes; tambien ha tenido que absorber pérdidas astronómicas y cerrar numerosas plantas de producción y laboratorios, en distintas partes del mundo.  Y finalmente ha tenido que enfrentarse a la merma en el valor de sus acciones, al reducirse éstas hasta en un 70% del valor alcanzado en sus mejores tiempos.

La IBM no es cualquier empresa. En tiempos recientes siempre estuvo entre las cinco empresas más grandes del mundo, y  en el campo de la tecnología, era hasta hace poco el líder mundial en dicha materia. Para apreciar la magnitud e importancia de sus operaciones, basta pensar que sus ventas anuales superaban en mucho, el producto interno bruto de naciones independientes, tales como México. (lo que produjimos conjuntamente los ochenta millones de mexicanos durante un año entero, era menos de lo que esa empresa vendía para ese mismo período). Pero a pesar de sus dimensiones, o tal vez por ello, una estructura tan poderosa y rica, ha sido rebasada por las transformaciones tecnológicas que se desataron a su derredor.  La tormenta se transformo en huracán, y los vientos de cambio acelerado no han parado, siendo la IBM apenas una de muchas empresas que en estos últimos años se han visto sacudidas  por las transformaciones tecnológicas. En una reciente entrevista el Sr. James E. Burke prominente miembro del Consejo de Administración de la IBM, anotaba “hasta ahora, él, así como la empresa IBM, apenas comenzaban a darse cuenta, de lo que deberían haber sabido mucho antes, y era el ritmo de cambio tan acelerado que prevalece en ésta industria, y el impacto que tienen esos cambios ” .

Si una de las empresas más sólidas en el mundo, se ha cimbrado hasta sus cimientos, poniéndose en duda hasta su propia continuidad, no veo porqué  nuestra realidad particular vaya a salir mejor librada frente a ésta revolución. Al contrario, pienso que somos mucho más vulnerables. Pero esa limitación, a la vez nos da la oportunidad  de reaccionar con mayor velocidad y eficiencia, de lo que puede lograr una corporación tan grande. Precisamente, han sido las decenas y decenas de pequeñas empresas ágiles y creativas que pusieron en situación de jaque ( casi mate ) a una institución como la IBM.

Cada quien conforme a su temperamento buscará responder frente a los cambios que se están dando. Algunas personas buscaran refugio del “huracán”, negando o rechazando su existencia. Otras más, no lo negarán, pero igualmente no harán nada, pensando  que “de alguna forma ya se re­solverá”, y finalmente habrá otro grupo de personas, que  piensen que lo que más les conviene es prepararse para sacarle provecho a las transformaciones que se inician.

En cierta medida todos tienen razones poderosas para responder de la manera que lo hacen, veamos: si la actitud es de negación o rechazo,  un buen ejemplo lo podemos encontrar en un articulo que salió publicado recientemente en la prensa, se refería a la actitud de negación de los miles de personas que habían depositado sus ahorros en uno de los bancos, ahora privados, más grandes, en lo que hasta ayer era Yugoslavia. Los ahorradores se negaban a aceptar que el banco se encontraba en bancarrota a pesar de que, horas antes de marcharse del país, el presidente del propio banco así lo había anunciado a la prensa. Los cuenta habientes insistían en llevar su dinero al banco en franco desafío a la realidad anunciada, y es que “"necesitaban" para sobrevivir en las actuales condiciones de penuria económica en su nación, que ese banco continuara pagando los altos réditos que venía cubriendo. El espectro de ver ya no solo perdido todos sus ahorros, sino de ver mermadas sus modestísimas entradas, los llevaba a negar la realidad. 

En el segundo caso, aquellos que escogen asumir la realidad con el fatalismo de que “"de alguna forma se resolverá", es evidente que no están ejerciendo su libre albedrío, lo que a su vez es posible que provenga de sentirse en estado de indefención, sea éste real o percibido. Sentir que las soluciones nos rebasan, a su vez nos impide contemplar cualquier otra acción práctica que no sea la de esperar “"a ver qué pasa". Sin duda existen muchos aspectos de la vida en que no nos queda más remedio que ser así de fatalistas. Basta pensar en la mayoría de esos trabajadores de la IBM que perdieron sus empleos sin tener algo que ver con las decisiones erradas por parte de la dirección de la empresa.  

La tercera alternativa --la de asumir los cambios como una oportunidad para enfrentarse a un reto-- requiere en primera instancia de información.  Estoy convencido que la resignación, y la negación prosperan con más facilidad cuando impera la desinformación. En contraste tenemos que a medida que estamos mejor enterados de lo que acontece y de las alternativas reales, tanto mayor será nuestra capacidad para tomar iniciativas inteligentes.

Habrá que reconocer que tenemos que retornar a la “escuela”, no creo que hay forma de obviarlo, claro está, si queremos permanecer activos en la ocupación que esta siendo transformada.  Admito que no es fácil para alguien encaminado en la vida, encontrar el tiempo necesario para volver a capacitarse. Sin embargo cada día se hace mas palpable el hecho que solo para mantenerse al día y seguir siendo competitivo, habrá que estar re-entrenandose varias veces a lo largo de una vida. En una economía global y por ende competitiva, México se encuentra en esa encrucijada, la idea de que una vez dominado un oficio ya se tiene asegurada la existencia para siempre, es una premisa que ha dejado de ser cierta.

El reto está en adquirir las habilidades necesarias para ir aprovechando  la Revolución Tecnológica en la medida que la misma se está desplazando. Es el típico caso de ir haciendo el camino al andar. No solamente existen consideraciones serias que hay que asumir con relación a las inversiones requeridas, --tales como tiempo para el aprendizaje, por un lado, y recursos económicos para allegarse de los equipos, por el otro-- también hay que enfrentar otro gran reto, el asociado con los criterios conceptuales del propio trabajo. Se necesita volver a examinar las soluciones visuales del pasado, con vista a las nuevas oportunidades para resolver el eterno dilema de la forma y el contenido.

En la actualidad, ya no estamos limitados en nuestro proceso creativo por las barreras tradicionales determinadas por la óptica o la química.  Ahora, al disponer de los medios para rebasar muchos de esos impedimentos, es posible aspirar a nuevos resultados en nuestra producción creativa, dando por descontado, que vendrán nuevos escollos en la medida que la tecnología digital se vaya estableciendo.  La bondad de los nuevos procesos solo tendrá vigencia, aparte de los criterios económicos, si nos permite replantear la imagen fotográfica, que a su vez puede ayudarnos a nuevas formas de percibir el mundo que nos rodea. Recordemos como  la pintura cambio a partir de la presencia de ese proceso llamado fotografía; ahora será el cine y la fotografía, entre otros, quienes se tengan que replantear su destino con la aparición de los procesos digitales.

 

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