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IN MEMORIAM

Adolfo Patiño "Adolfotógrafo"
(1954 - 2005)

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Adolfo Patiño

© Pedro Meyer, 2005

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Artista autodidacta. Fundador del grupo de arte experimental "Peyote y la Compañía", 1978-1984 y del "Grupo de Fotógrafos Independientes", 1976-1984, con el cual presentó las Exposiciones Ambulantes: "Fotografía en la calle". Abre la galería neo-vanguardista "La Agencia", 1987-1993.

Fotógrafo, pintor, escultor e instalador, sus últimas obras tienden a ser "ready mades". Entre los materiales que utilizó, la madera fue su constante desde la primera exposición que presentó en 1983, en la extinta galería Chapultepec. Prefería trabajar con los materiales orgánicos, otro de los elementos invariables en su obra son las rosas rojas, las cuales se volvieron un ícono perseverante durante los últimos años. Utilizó la fotografía Polaroid instantánea, realizó "performance", instalaciones, pinturas, dibujos, esculturas, arte-objeto, video y cine súper-8.

Fue jurado de la VII Bienal de Fotografía, exposición inagural del Centro de la Imagen. De 1983 a 2005 realizó más de veinte exposiciones individuales en las que siempre se involucró a la fotografía.

Entre los reconocimientos a sus obras destacan: Mención Honorífica en el Segundo Encuentro Nacional de Arte Joven, 1982; Premio de Adquisición en Pintura en el Tercer Encuentro Nacional de Arte Joven, 1983; Mención Honorífica en la I Bienal de la Habana, 1984; Mención Honorífica en la 1ª. Bienal Monterrey, 1992.

* * *

ADOLFO PATIÑO, UNA NOCHE DE IMAGENES

La imagen de Adolfo Patiño, fotógrafo mexicano, me remite a fines del siglo pasado. Por entonces tenía una galeria de arte, La Agencia, en la Colonia Roma. Fui a verlo y compré una Camiseta de Frida Kahlo, que conservo todavía.

Fue en el simposio "Reflexión de la Imagen" (1991), donde acudí invitado por Alejandro Castellanos para hablar de los Hermanos Mayo, cuando volví a ver a Adolfo Patiño. Creo que entonces era pareja de Laura Anderson. Lo recuerdo ingenioso, alegre, activo. ¿Un artista-fotógrafo o un fotógrafo-artista?. Me pareció alguien con criterio propio.

Unos años más tarde, Elisabeth Ferrer ponía en marcha el proyecto A Shadow Born of Heart. New Photograph in Mexico, 1995, con una portada de Adolfo Patiño. Un retrato de Adolfo y Armando, unidos, por un corazón. Un collage en toda regla. Patiño volvía la mirada a las vanguardias europeas. ¿Un guiño al "dadaismo"?. Un soporte artístico -- el de su obra de entonces -- más allá de la foto en blanco y negro mexicana-indigenista o la foto a color de los modernos-americanizados de entonces. En terminos pictóricos la obra de aquella época tenía "buena cocina". La serie "Elementos para la navegación" (1991-92) es un trabajo autobiográfico. La foto como documento, introspección, retrato de familia. Pero también la obra fotografica como campo de experimentación, aplicación de nuevas técnicas y renovación de los lenguajes.

Lo decía Elisabeth Ferrer: "su práctica de la fotografía se convierte en una forma de ejercicio espiritual, una manera de definir los valores y el lugar de uno en el mundo".

Esa reflexión del "lugar de uno en el mundo" parece que preocupaba al artista al cumplir el primer medio siglo de vida. Así parecía desprenderse de unas declaraciones en el diario La Jornada: "Estoy entrando al umbral del renacimiento, estoy naciendo en un momento de decadencia mundial, digamos, porque el arte ya no tiene mucho de sentido filosófico, sino que se ha vuelto un producto comercial, sobre todo sin identidad con esto de la globalización".

Siento que, al perder el equilibrio, nocturno, en la terraza de su propia morada, no pueda gozar del Sistema Nacional de Creadores; del privilegio de ser honoris causa de la Unam o ver su retrospectiva en el Museo Carrillo Gil.

A menudo, la moral de los creadores independientes se ajusta mal al corsé académico de las instituciones.

Volví a encontrar a Adolfo Patiño en la fiesta nocturna del decimo aniversario del Centro de la Imagen. Una noche alegre, ruidosa, multitudinaria en la que la alta y la baja cultura de la fotografía mexicana compartían copas en el mismo patio. Noche inolvidable y generosa de flashes, bailes y líbido por doquier. Noche inolvidable de fotógrafos-señoritos celebrabando sus éxitos y de fotógrafos-reporteros vendiendo copias firmadas de sus fotos, a bajo precio, para pagarse el taxi de regreso a casa.

He acudido a mi biblioteca mexicana para ver si tenía un catálogo suyo, aparecía en la colección Rio de Luz o siquiera una carpetita de Litográfica Turmex y no lo he encontrado en el templo de los consagrados. A lo mejor le compró una obra un coleccionista norteamericano, está en la fototeca de Alvarez Bravo o hay obra suya en el Centro de la imagen. Fugitiva eternidad.

Habrá que revisar, con ojo atento, el aporte artístico de este indomable creador de imágenes, que se fue, sin previo aviso -- la catrina no avisa, te lleva -- cuando entraba en la mejor etapa de la vida: obra madura, ideas claras y ganas de vivir.

En este guión, olvidamos que el porvenir es como una página en blanco que rubrica el azar pletórico de luces y sombras.

Ahora, a los curadores de arte, aunque sean mexicanos, les toca ser generosos con la obra de Adolfo Patiño.

Manuel García
Crítico de arte.


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