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por Peter Marshall


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Bob Carlos Clarke, nació en el condado de Cork en Irlanda en 1950, y falleció arrollado por un tren cerca de Barnes, en Londres, alrededor de las once y media de la mañana el pasado sábado. Yo había viajado en ese mismo tren solo dos horas antes. La policía dijo que “El incidente no había sido considerado sospechoso”. Fue el triste final de la carrera de un talentoso fotógrafo, quien vivía a unos pocos kilómetros en Chelsea, con su segunda esposa y su hija adolescente, y que había vendido recientemente su estudio en Battersea, también muy cerca, el año pasado.
 
© Scarlett Carlos Clarke

A veces bromeaba diciendo que había ganado más dinero con la venta de bienes raíces que con la fotografía.

Carlos Clarke llegó a Inglaterra como estudiante en 1964, a la muy conocida y cara escuela privada Wellington Collage para luego matricularse como estudiante de arte en el West Sussex Collage of Art. Allí tomó la cámara para preguntarle a una chica si le gustaría posar para él, y unos años después ella se convirtió en su esposa, aunque el matrimonio no duró.

Después de tomar un curso en el London College of Printing, finalmente obtuvo una maestría en fotografía en el Royal College of Art en Londres, que en ese entonces era el único curso de postgrado de su categoría en el Reino Unido, en 1975. Mientras cursaba sus estudios comenzó a tomar fotos de la escena fetichista, lo que se iba a convertir en un aspecto importante de su obra. Carlos Clarke decía que su fotografía “no era un trabajo sino una adicción” y para él era una adicción tanto a las mujeres como a las fantasías sexuales. A menudo recurría a una analogía entre la fotografía y el sexo, en la que sugería que una buena sesión de retrato era similar a hacer el amor con la modelo. También frecuentemente aconsejaba al quienes se querían dedicar a la fotografía de desnudos: “Háganlo para acostarse con la modelo, pero también consigan un trabajo.”

Gran parte de la obra de Carlos Clarke se encontraba en la frontera entre el erotismo y la pornografía, atendiendo a sus fascinaciones a través de imágenes de jóvenes apenas vestidas con extrañas atuendos de hule y otras rarezas. Algo de esta energía (en general libre de hule, afortunadamente) se transmitió a sus retratos de celebridades como Liz Hurley, Jerry Hall, Rachel Weisz, Keith Richards, Marco Pierre White y Vine Jones, así como a su trabajo publicitario para clientes de la talla de Levi’s, Smirnoff, Volkswagen, Pirelli, Wallis Fashions y muchos otros.

 

Fantasy Females Are Impossible To Satisfy
(Las mujeres de fantasía son imposibles de satisfacer)

2004 © Bob Carlos Clarke

Conversé con él varias ocasiones por teléfono acerca de su último libro “Shooting Sex” en el 2003, esperando poder escribir sobre él , pero por alguna razón esto no sucedió. Entre sus libros anteriores se encontraban una versión ilustrada del “Delta de Venus” de Anais Nin (1980), Obsession (1981), White Heat (en colaboración con el chef Marco Pierre White en 1990), The Dark Summer (1995), y su último libro Love Dolls Never Die (2004).

Me parece que muchas de las imágenes de Carlos Clarke no eran eróticas, al yo no compartir su gusto por el hule, los tacones de aguja o las botas, y prefiriendo algo más natural y terrenal en lugar de fantasías sin imperfecciones. Su obra tenía una cualidad que la llevaba al nivel del glamour de la fotografía comercialmente exitosa, y eso me parecía un poco anticuado, ya que estaba ligado a un tipo de glamour que a veces se desviaba a una pornografía sin sentido.

For Dolls That Do Dishes
(Para muñecas que lavan trastes)
2004 © Bob Carlos Clarke

Como dijo Ghislain Pascal quien fundó la agencia Panic Pictures junto con él “Será recordado como la respuesta británica a Helmut Newton”. La obra de Newton evocaba al Berlín de los años 30 que tanto marcó a Newton como a la obra de Carlos Clarke, y me recuerda a menudo a las imágenes de las revistas de su juventud, y de la mía, aunque con un toque más oscuro y continental. Sin embargo él era un fotógrafo muy versátil, tal como lo demuestra su trabajo comercial. Él pensaba que su mejor trabajo era el documental y eso puede verse un poco en sus fotos de gente abrazándose (y algo más) en sus diapositivas sobre parejas.

Peter Marshall


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