Voyeurismo solía ser una mala palabra, una que sugería una búsqueda furtiva, a la vez desesperada y lasciva, sino es que francamente patética.
        

Ahora se ha convertido en un pasatiempo nacional. Somos una nación de fisgones [EUA], a veces sin querer, por lo general insaciables. El par de ojos solitarios detrás de la ventana de una sala ha sido reemplazado por una mirada masiva y atónita, compartida por cien millones de espectadores.

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