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por Sion Touhig

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Comentario: Continuamente se nos dice que Internet da poder al individuo. Pero como alguien que se dedica a la actividad creativa, argüiría que lo único que esta revolución utópica ha conseguido, es quitar poder a los individuos que laboran en mi campo, fortalecer a las empresas multinacionales y reducir la cantidad de información disponible a todo tipo de público. Todo aquello que los utopistas de la tecnología decían que querían evitar.

Soy un fotógrafo profesional independiente y en años recientes la “economía del Internet” ha devastado a mi campo de trabajo. Es muy difícil ganarse la vida debido a la extendida violación de derechos de autor por parte de periódicos, medios masivos, individuos y el exceso de imágenes gratuitas o de bajo costo que circulan en la red. Lo anterior, combinado con el desplome del precio unitario de las imágenes de todo tipo, sin importar su calidad o valor intrínseco. Por ejemplo, la introducción de “micro stocks” sin pago de regalías, lo que significa que se puede comprar una imagen por solo un dólar, es solo un factor que ha contribuido a la caída en los salarios de los profesionales.

Ya puedo oírles decir que deje de quejarme. Por que este mundo no tiene la obligación de darme una manera de ganarme la vida y que el aumento en la disponibilidad de imágenes ha democratizado al medio. Estoy parcialmente de acuerdo con ambos argumentos, ya que mi trabajo como fotoreportero de periódicos y revistas solo es tan bueno como mi última foto, y en los últimos años, el fotoperiodismo se ha infectado con un malsano elitismo que bien merece una buena patada en el trasero.

¿Cuál es entonces el problema? Veamos una tendencia que parecería sugerir mas “democracia” en el medio –pero que en realidad no es así- y esa es la “contribución de contenido por el público” o “periodismo ciudadano”.

Los principales medios masivos han hecho mucha propaganda  a favor del periodismo ciudadano a partir de las imágenes tomadas con teléfonos celulares durante los atentados en Londres en julio 7, pero tristemente, este entusiasmo tiene poco que ver con el periodismo o con la democratización de los medios.

La “contribución de contenido por el público” debería llamarse “robo de contenido al público”, ya que los medios masivos rara vez pagan las imágenes de periodismo ciudadano y la mayor parte de las veces, o reclaman la titularidad de los derechos de autor o una licencia que otorga toda clase de derechos de las imágenes que les son enviadas. Eso es apoderarse del derecho de autor salvo por el nombre.

Solo una fracción de las cantidades ahorradas o ingresos adicionales derivados de la publicación o distribución de las imágenes enviadas por el público se reinvierte en el periodismo. La mayor parte se va al pago de dividendos de los accionistas de las compañías dueñas de los medios masivos. Los grandes recortes de personal  y reducciones salariales han hecho mella en las oficinas periodísticas este año, y  lo que  permite que sigan funcionando es a menudo el contenido robado a sus propios lectores.

Así que esta es la “democracia” de los medios. Algunos periódicos y revistas aceptan este “contenido” con entusiasmo, solo porque es gratis o barato, y la calidad del contenido lo refleja plenamente.

Esta conducta deshonesta ofrece una falsa “interactividad” entre editor y público, y muestra un desprecio por los lectores, al asumir que aceptan basura y lo que es todavía peor, los anima a producir gratis lo que van a pagar por ver publicado.

Es una carrera al abismo y es una falla fundamental de los editores el no invertir en su negocio para beneficio de sus lectores. Como consecuencia, se ha puesto mucha presión a los fotógrafos profesionales, quienes han tenido que reducir sus honorarios o se han visto obligados a apoderarse de los derechos de autor de otros para poder conseguir trabajo, el cual agoniza y esta siendo reemplazado por contenido robado al público.

El - cómo se supone que quitarle el trabajo a los fotógrafos y periodistas  aumenta la calidad del conocimiento que el público tiene de los sucesos-, es algo que escapa a mi entendimiento por el momento, ya que a pesar de la actual transformación de las imágenes en “materias primas”, no todas la imágenes son iguales.

Por ejemplo, no se verán ningunas imágenes de teléfonos celulares de Darfur durante algún tiempo y, como predijo un contribuyente en un blog en el Center of Citizen Media (centro de medios ciudadanos), habrá un “declive del fotoreportero profesional”.

“El 11 de septiembre generó una tremenda cantidad de contribuciones ciudadanas, pero es muy obvio para mí que los profesionales, sin duda, fueron los que se hicieron cargo de ese suceso. Los ciudadanos en general no tienen las agallas, la dedicación o el seso para entregarse a esa labor”.

Los verdaderos “periodistas ciudadanos” son gente como los reporteros iraquíes que laboran donde los fotógrafos occidentales no se atreven, para documentar la destrucción de su patria. A pesar de ponerse a sí mismos y a sus familias en grave peligro las 24 horas del día, la mayoría de ellos gana una miseria, y muchos de ellos renuncian  a sus derechos de autor por  imágenes y reportajes que se leen en los encabezados de los periódicos de todo el mundo. Solamente en este año han muerto 32 de ellos.

Existe una red de telefonía celular en Bagdad, pero la toma de fotografías mediante teléfonos celulares es virtualmente desconocida (excepto si retrata imágenes de una ejecución), puesto que, para la mayoría de los habitantes equivaldría a una sentencia de muerte. En su lugar, otra forma de periodismo nos mantiene pasivamente informados, el periodismo oficialista que trabaja junto con el ejército

En noviembre de 2001, yo fotografié un largo tiroteo en Kunduz en Afganistán, junto a un renombrado fotoreportero de guerra francés . Después de trasmitir sus imágenes del día, recibió un correo electrónico de su agencia de fotografía, en donde le comunicaban que ya no financiarían sus reportajes y que su relación con ellos estaba siendo “reestructurada” por que la agencia había sido comprada por una corporación.

Un informe del año pasado en la New York Review of Books  señaló que el debilitamiento en el periodismo de investigación tiene profundas implicaciones para la democracia.

Muy bien, dejemos de lado a los ciudadanos, ¿qué hay de mí? Pues bien, me están robando, a mí y a muchos otros. Posiblemente sea usted.

¿Derechos de autor? Eso ya ha muerto

Resulta irónico que los entusiastas del Internet se quejen tanto de las injusticias del derecho de autor y exalten las virtudes de una economía libre de éste, puesto que ya ha muerto. Esto es verdad tanto en la percepción como en la realidad.

La percepción es que “si está en la red, o es gratis o de todos modos me lo robaré porque les sale muy caro perseguirme”. La realidad es que en internet hay más imágenes gratuitas o casi gratuitas que protegidas por derecho de autor . La mayoría están en Flickr (que pertenece a Yahoo!), MySpace (perteneciente al consorcio periodístico de Rupert Murdoch) o los grandes portales corporativos de imágenes. Ni Flickr ni MySpace fueron creadas para el control comercial de las imágenes, pero los clientes los visitan en busca de contenido gratuito para no tenerle que pagar a un fotógrafo. Esto ha causado un desplome en el precio unitario de cualquier imagen que no se regala y que es licenciada para obtener una ganancia.

Como consecuencia, las únicas entidades que obtienen utilidades decentes de la fotografía son las grandes corporaciones, por que solo ellas tienen la infraestructura para mantener grandes conglomerados de imágenes.

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