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En la década de 1930, Seydou Keïta, quien era un jóven sin educación, trabajando en la carpintería de su padre, recibío de su tío una cámara Brownie (que producía negativos de 6x9 cm). En 1948 el Sr. Keïta (pronunciado keíta) estableció un estudio comercial en el centro de Bamako, frente la la prisión de la ciudad y cerca de la estación de tren. Era pobre, así que realizaba sus impresiones usando una cámara de visor de 5 x 7 pulgadas, colocando el negativo directamente contra el papel fotográfico; usaba sus sábanas como telón de fondo y fotografiaba al aire libre usando la luz disponible.

A pesar de esto, sus retratos eran un éxito.

Contrariamente a sus predecesores, quienes habían fotografiado a los africanos para alentar el trabajo de los misioneros, justificar la colonización o como fotografía erótica, el Sr. Keïta tomaba fotos de los africanos para su uso personal y los mostraba como no habían sido vistos antes: vistiendo trajes occidentales con corbatas de moño (que eran de él), sentados en motocicletas, cargando radios o sosteniendo delicadamente una flor -una referencia a los simbolistas enseñada en las escuelas francesas de Mali-. Para otros, era una mezcla de la vestimenta occidental con pose africana, o de vestimenta africana con pose occidental - gente definiéndose a si misma, en el disparejo filo de la modernidad.

Okwui Enwezor, un académico de la fotografía y curador de la exposición de 1996 en el Solomon R. Guggenheim Museum, que incluyó la obra del Sr. Keïta, mantiene que: por la cantidad de información que transmite sobre sus sujetos de clase media; por la controlada complejidad de los retratos; y por el alto nivel de calidad mantenida en el gran número de sus fotografías, su trabajo es “comparable a los retratos de Rembrandt”. Lo que lo hace más asombroso, agregó, es el hecho de que el Sr. Keïta trabajaba “fuera de cualquier discurso estético”, esto es, que no había sido educado en la historia del arte y la fotografía. El Sr. Keïta afirma que, cuando estableció su estudio, solo habia otros cuatro estudios fotográficos en Mali.

Después de la independencia del país en 1960, se le ordenó cerrar su estudio y trabajar para el gobierno. El Sr. Keïta se resistío, relató que hasta un general visitó su estudio y tuvo que ocultar cerca de 7000 negativos en una lata que enterró en su patio.

Quince años después, pocos días antes de jubilarse del gobierno, alguien entró a su estudio y robó su equipo fotográfico. Para ganarse la vida, comenzó a reparar motonetas, convirtiendo su estudio en taller mecánico.


En 1990 conoció a Françoise Huguier, un fotorreportero francés, quien hizo arreglos para exhibir algunas fotos de Keïta fuera de África. Llamaron la atención de Jean Pigozzi, heredero de la compañía automotriz Simca y uno de los más importantes coleccionistas de arte africano contemporáneo en el mundo. En 1992, Pigozzi envió a André Magnin, curador de su colección africana, a Bamako a buscar al fotógrafo, Magnin regresó con 921 negativos.

Magnin imprimió esos negativos, que se mostraron un par de años después en una exposición en la Fondation Cartier en París y después en una exposición individual en la Galería Scalo, en Zurich, junto con un libro llamado “Seydou Keïta: Fotógrafo Africano”. Walter Keller, curador de la exposición en Scalo y editor del libro, dijo que las impresiones de ambas exposiciones eran de 20 x 24 pulgadas –mayores que los originales (5 x7 pulgadas), pero sin ser enormes. Para cuando las nuevas impresiones llegaron a la exhibición en la Galería Gagosian, cuatro meses después, algunas habían crecido hasta un tamaño de 48 x 60 pulgadas.

Magnin vendió las impresiones que hizo a Pigozzi y otros coleccionistas, galerías y museos. El Sr. Enwezor le dá el crédito de haber dado a conocer a Keïta al mundo.

No obstante, el Sr. Keïta no estaba complacido. Jean-Marc Patras, un conocido agente de artistas y músicos africanos, mencionó que el Sr. Keïta creía que Magnin estaba haciendo y firmando impresiones sin autorización. Magnin negó tajantemente la acusación, declarando que "Keïta había sido consultado en todas las decisiones, estaba enterado de cada impresión y que habia firmado cada una de ellas. Magnin aseguró que había sido muy cuidadoso al rendirle cuentas a Keita del dinero que recibieron por las impresiones".

El Sr. Pigozzi dijo el martes que, sin los esfuerzos de André Magnin, el Sr. Keïta “habría sido olvidado por completo”. Se publicó un libro importante, y exhibió su obra en las colecciones de importantes museos. Además, con nuestra ayuda, Keïta pudo ganar mucho dinero vendiendo sus impresiones de manera ordenada”. Pigozzi añadió que el Sr. Patras era el responsible de todo el lío.

Durante la exposición en la galería Gagosian, Keïta conoció a Sean Kelly de la galería Sean Kelly de Nueva York. “Keïta estaba molesto con lo que Pigozzi y Magnin estaban haciendo con sus fotografías, y por eso Keïta acudió a mí”, dijo Kelly. Sin embargo, el fotógrafo no terminó su realción con ellos sino hasta el 2001.

Un pariente de Keïta, Kader Keïta, un ex-diplomático que estaba presente en un encuentro entre Keïta y Magnin, dijo ”Seydou estaba furioso ante la posibilidad de que Magnin estuviera falsificando su firma. Seydou también quería que le regresara sus negativos”. Keïta otorgó los derechos de venta de sus fotos a Patras. Los negativos no fueron devueltos. Patras fué a trabajar en una exposición de Keïta en la galería Sean Kelly. Semanas antes de la inauguración en el 2001, Keïta viajó a París para enfrentar a Magnin, pero días antes de su llegada, Keïta, de unos 80 años, murió.

Dos semanas después, el trabajo de Keïta llegó a la galería Sean Kelly. Kelly dijo que justo antes de la inauguración, Pigozzi, un hombre corpulento, llegó a la galería reclamando vehementemente “¿Qué creen que hacen! Yo soy el dueño de Seydou Keïta!”

Después de llevar a otra persona para que presenciara el arrebato, Kelly -un también corpulento ex jugador de rugby- dijo que no iba a ser intimidado por Pigozzi, y lo echó.

Un mes antes, Patras y otros habían fundado la Asociación Seydou Keïta en Bamako, para preservar los negativos que seguían en posesión de Keïta, y para vigilar y aprobar todas las impresiones futuras de sus fotos.
El Sr. Keïta y la asociación, junto con Kelly, decidieron que todas las impresiones nuevas se harían de forma limitada. Las ediciones no serían de más de 15 ejemplares y en algunos casos de no más de 3. Éstas impresiones, certificadas por la asociación, serían la base de la nueva exposición.

En cuanto a los otros 921 negativos, Magnini dice no tenerlos. Dijo que se los dió a Lancina Keïta, un hermano del Sr. Keïta, en el funeral del fotógrafo. Lancina Keïta no ha hecho ninguna declaración.

En julio del 2004, la asociación entabló una demanda en París contra Pigozzi y Magnin. El litigio se encuentra en la etapa de averiguación. Julie Jacob, la abogada francesa que representa a la asociación, dice que “Magnin y Pigozzi, están escondiendo los negativos con varias personas, algunas familiares de Keïta, para evitar su devolución a la asociación”. Kelly teme que los negativos se pierdan.

La controversia es un problema para los que compran y venden impresiones de los negativos de Keïta. Barbara Wilhelm, de la Galería Gagosian, dijo que “es difícil saber cuáles impresiones fueron firmadas por Keïta o por alguien más, con o sin su autorización, cada impresión debe ser tratada individualmente”.

"Debido al hecho de que Keïta asistió a la exposición en la galería Gagosian, y no mostró ninguna inconformidad sobre las impresiones", dijo, "está segura de que las firmas en las impresiones exhibidas esa noche, eran legítimas".

 

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