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Indios y vaqueros

 

 

La migración de México a los Estados Unidos, legal o no, es ahora un fenómeno cotidiano circular y vertiginoso: los migrantes laboran en determinadas estaciones y regresan para transformar sus pueblos natales con hábitos adquiridos en el norte. Y, en un fenómeno que ha reconstruido la rebuscada noción del "chicano", con su ambigua y por lo general negativa visión de la historia americana (morenos y blancos en constante lucha), la migración mexicana se ha expandido de los tradicionales centros mexicanoamericanos del suroeste, donde se encontraba la mayoría de los grandes barrios mexicanos prácticamente sin contacto con otros grupos raciales o étnicos, hacia las zonas asiáticas o negras de las ciudades y, en una circunstancia histórica inédita y única, incluso las áreas originalmente negras y blancas (y pobres) del centro y sureste estadounidense.

 

Para mí, estos cambios son más que evidentes, pero en las noticias de la noche el eje blanco-negro es aún omnipresente, y la interacción de los "nativos" con los "migrantes" se reduce a un debate epigramático sobre los pros y los contras de la "migración".

 




Se habla muy poco sobre el hecho de que la migración es una cuestión de dos sentidos. Hoy, debido a que las antenas parabólicas se distribuyen igualmente tanto en el primer mundo como en el mundo en "desarrollo", el acceso a MTV y a CNN (que recientemente empezó a transmitir una edición en español las 24 horas) es universal. Todos bailamos al ritmo del mundo.

Y, aunque podría ser más difícil de apreciar a primera vista, la presencia de la migración mexicana en los Estados Unidos ejerce su influencia sobre la cultura "nativa".

Los teóricos del urbanismo hablan de cómo se redistribuye el espacio público de varias grandes ciudades del tipo de Los Ángeles (extendida, sin centro, con poca vida en la calle). Los vendedores ambulantes tropicalizan las aceras con puestos de fruta y casetes piratas de salsa, merengue y cumbia. La Virgen de Guadalupe comienza a aparecerse en las calles de ciudades anteriormente anglosajonas. Y, como muestra de que la interacción trasciende lo superficial (como los ubicuos Taco Bell's y Burrito Brothers en todo el país), los matrimonios mixtos se incrementan rápidamente (en California, cerca del 30 por ciento de las parejas jóvenes es interétnico o interracial).

Hay claros signos de mestizaje migratorio en las ciudades norteamericanas. Los hijos de los migrantes latinos que viven en los barrios originalmente negros adoptan el estilo del hip-hop y, a cambio, ofrecen su estética tropical a los negros estadounidenses. En la costa este uno de los bailes en boga se llama "merengue-house".

 

 

 

 

Una vez más este proceso, para mí, es obvio y, cada vez más, prevalente tanto en las grandes ciudades como en las áreas rurales de los Estados Unidos. Y más aún, es una cultura popular virtualmente invisible a los ojos del mainstream.

 

He pasado la mejor parte del año anterior documentando las conexiones entre Cherán, Michoacán, y las ciudades y pueblos dispersos a través de los Estados Unidos, y puedo asegurar que ni la Proposición 187 ni la restrictiva Reforma sobre Inmigración de 1996 han frenado el proceso de integración. Lo que han logrado estas medidas es que la proposición de integración se convierta cada vez más en una propuesta de vida o muerte.

 

En los últimos años Washington sólo había defendido la frontera sur en términos retóricos, como lo había hecho durante décadas; ahora ha asignado millones de dólares al Servicio de Inmigración y Naturalización y a la Patrulla Fronteriza para que redoblen sus esfuerzos en relación con las nuevas leyes antimigratorias. El número de "ilegales" detenidos aumenta dramáticamente, lo mismo que los riesgos al cruzar. De acuerdo con un informe de la Universidad de Houston, cerca de 3,000 migrantes han muerto en el intento en la última década, una cantidad que podría ser la de las bajas en una guerra de baja intensidad. La mayor parte de los decesos son de personas ahogadas en el río Bravo o deshidratadas al extraviarse durante días en el calor infernal del desierto suroeste.

 

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